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La contaminación marina por plástico es un problema global que afecta incluso a los lugares más remotos del planeta, con impactos devastadores en los ecosistemas marinos. En el Mar Mediterráneo, esta crisis es especialmente grave, ya que el 95% de sus residuos son plásticos, contribuyendo a la mayor densidad de microplásticos flotantes en sus aguas.
Este problema no solo afecta la biodiversidad, sino que también pone en riesgo la salud humana debido a la posible incorporación de estos microplásticos en la cadena alimentaria.
A nivel global, se pensaba que la contaminación plástica de los océanos provenía de unos 20 ríos principales. Sin embargo, un estudio de 2021 reveló que más de mil ríos de todo el mundo contribuyen a este fenómeno, complicando aún más los esfuerzos por encontrar soluciones eficaces. La idea errónea de que los océanos podrían absorber indefinidamente nuestros desechos sin repercusiones significativas ha sido refutada, dejando al descubierto la urgente necesidad de abordar la contaminación plástica desde múltiples frentes y con una perspectiva internacional.
La contaminación marina, a diferencia de la contaminación del agua en general, se refiere específicamente a los productos creados por el hombre que terminan en los océanos, impactando directamente este ecosistema vital. Aunque el agua oceánica cubre más del 70% de la superficie terrestre, solo en las últimas décadas hemos comenzado a entender cómo las actividades humanas están degradando estos hábitats marinos.
Investigaciones recientes han demostrado que la degradación, especialmente en zonas costeras, se ha acelerado considerablemente en los últimos tres siglos. Este deterioro se debe principalmente al aumento de los vertidos industriales y la escorrentía de explotaciones agrícolas y urbanas. La creciente presencia de estas fuentes de contaminación ha generado una crisis ambiental que afecta tanto a los ecosistemas marinos como a las comunidades costeras.
Hasta 1972, el océano fue utilizado como un vertedero universal en el que se desechaban todo tipo de residuos, desde lodos de depuradoras hasta desechos químicos, industriales y radiactivos. Millones de toneladas de metales pesados y contaminantes químicos, junto con miles de contenedores de residuos radiactivos, fueron arrojados al mar sin consideración alguna por las consecuencias a largo plazo.
Estos contaminantes no solo se acumulan en las profundidades del océano, sino que también son ingeridos por pequeños organismos marinos, integrándose así en la cadena alimentaria global.
La problemática marina abarca diversas formas de contaminación que afectan negativamente al ecosistema marino, incluyendo la contaminación química, lumínica, acústica y plástica. Cada tipo impacta el entorno marino de manera distinta, alterando la salud de los océanos y sus habitantes.
Contaminación química
La contaminación química marina ocurre cuando sustancias como pesticidas, fertilizantes y productos químicos industriales ingresan al océano, a menudo desde fuentes lejanas. Estos contaminantes pueden causar zonas muertas al agotar el oxígeno y acumularse en la cadena alimentaria, afectando gravemente a la vida marina y la salud humana.
Contaminación lumínica
La luz artificial, inicialmente un problema terrestre, ahora se entiende que impacta a los ecosistemas marinos. Al penetrar en aguas poco profundas, altera los ritmos circadianos de los peces en arrecifes, afectando su migración, reproducción y aumentando su vulnerabilidad ante depredadores.
Contaminación acústica
La contaminación acústica en el océano, proveniente de buques, sonar y plataformas petrolíferas, interfiere con la comunicación subacuática de mamíferos marinos como ballenas y delfines. Estos animales dependen de la ecolocalización para navegar y cazar, y los ruidos artificiales alteran su comunicación, afectando su migración, caza y reproducción.
Contaminación por plástico
Los plásticos de un solo uso, como bolsas y redes, son ingeridos por fauna marina, confundidos con alimentos naturales o atrapando animales. Los trozos de plástico llegan a las profundidades, afectando corales y mamíferos marinos, que a menudo encuentran plástico en sus estómagos.
Es principalmente resultado de nuestras actividades diarias, incluyendo nuestros hábitos de vida y consumo. Entre los mayores contaminantes se encuentran los plaguicidas, fertilizantes, detergentes, aguas residuales, hidrocarburos y, especialmente, los plásticos.
Estos últimos representan el 85% de los contaminantes marinos, con más de 11 millones de toneladas de plástico vertidas en el mar cada año. Si no se toman medidas urgentes, se estima que esta cifra podría triplicarse para 2040, exacerbando aún más la crisis ambiental que enfrentan nuestros océanos.
A pesar de los acuerdos internacionales que prohíben el vertido de materiales nocivos en el océano, asegurar el cumplimiento de estas normas sigue siendo un reto significativo. Muchos contaminantes persisten en el medio ambiente debido a su lenta descomposición, como los plásticos, que pueden tardar siglos en degradarse y continúan amenazando la vida marina.
A nivel global, se necesitan medidas más amplias, como fomentar el reciclaje, reducir la contaminación lumínica y promover el uso responsable de productos químicos para proteger el medio ambiente.
El mar peruano enfrenta una grave crisis de contaminación plástica, subrayando la urgencia de adoptar medidas más efectivas para gestionar estos residuos. El impacto de los plásticos es evidente en la vida marina, afectando incluso a especies en peligro como el tiburón ballena, el pez más grande en aguas peruanas y mundialmente.
A pesar de los esfuerzos de concientización y el fortalecimiento institucional, la contaminación por microplásticos, junto con amenazas como la pesca ilegal y la explotación petrolera, sigue dañando los ecosistemas marinos. Empresas como Petramás están en la vanguardia de la gestión de residuos, operando plantas procesadoras para reducir la contaminación y tratar los residuos de manera adecuada.
Jorge Zegarra Reátegui ha presentado el trabajo de Petramás al gobierno peruano, destacando el relleno sanitario Modelo del Callao. Este relleno convierte basura en energía renovable, evitando que los desechos terminen en botaderos o en el mar, lo que contribuye a la protección del medio ambiente y las especies marinas.
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