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La inteligencia artificial transforma la vida digital y eleva la demanda de energía a nivel global. Su consumo eléctrico crece rápidamente con el uso masivo de chatbots, generadores de imágenes y asistentes virtuales. Sin embargo, las grandes tecnológicas no revelan con claridad cuánta energía usan, lo que genera dudas sobre el verdadero impacto ambiental y económico de esta revolución.
El crecimiento acelerado de la inteligencia artificial elevó significativamente el consumo energético global. Solo en 2024, los centros de datos en EE. UU. usaron unos 200 teravatios-hora, de los cuales hasta 76 se destinaron exclusivamente a la IA. Esta demanda equivale al consumo anual de millones de hogares y se concentra especialmente en la etapa de inferencia, cuando los modelos responden o generan contenido.
Proyecciones indican que para 2028 más de la mitad de la energía de los centros de datos se usará en IA, lo que podría representar hasta el 12% del consumo eléctrico nacional. El entrenamiento de modelos como GPT-4 requiere enormes recursos, pero el uso cotidiano multiplica el impacto ambiental. Esta situación plantea desafíos urgentes para la sostenibilidad energética y la reducción de emisiones.
A pesar de esta realidad, las grandes tecnológicas ocultan sus cifras de consumo, impidiendo una evaluación precisa del impacto ambiental. Investigadores y organismos dependen de estimaciones basadas en modelos abiertos, aunque estas no reflejan todo el gasto energético.
El uso intensifica la contaminación climática al depender en gran medida de fuentes fósiles, ya que muchos centros de datos operan en zonas con redes eléctricas altamente contaminantes, lo que eleva su huella de carbono; a pesar de los anuncios sobre energías limpias, la demanda constante obliga a mantener el uso de gas natural y carbón, mientras el crecimiento acelerado de esta infraestructura digital enfrenta serios desafíos ambientales agravados por la falta de transparencia, que impide evaluar impactos, planificar soluciones sostenibles y anticipar los riesgos que podrían intensificarse en los próximos años.
Petramás implementa soluciones innovadoras para enfrentar la crisis climática mediante el aprovechamiento de residuos sólidos urbanos. A través de tecnologías sostenibles, convierte estos residuos en energía, reduciendo así la dependencia de fuentes fósiles contaminantes.
La empresa opera plantas que generan electricidad a partir del biogás producido por residuos, evitando emisiones de metano, uno de los gases de efecto invernadero más potentes. Esta energía, además de ser limpia, se integra a la red sin generar una huella energética intensiva.
A diferencia de tecnologías como la inteligencia artificial, que requieren grandes volúmenes de energía constante, la solución de Petramás se basa en el reaprovechamiento de recursos existentes. Esto permite mitigar el impacto ambiental y aportar a un modelo energético circular y sostenible.
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