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La Tierra atraviesa un proceso de oscurecimiento que preocupa a la comunidad científica. Su brillo disminuye y con él su capacidad para reflejar la luz solar.
El planeta ha comenzado a reflejar menos luz solar hacia el espacio, reduciendo su capacidad para equilibrar la energía que recibe. Esta pérdida de brillo podría acelerar el calentamiento global y modificar los patrones climáticos a nivel planetario.
Un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences muestra una caída progresiva en la reflectividad del planeta, fenómeno conocido como albedo. Los científicos detectaron que el hemisferio norte registra los mayores descensos debido a la reducción de superficies cubiertas de hielo y nieve.
El oscurecimiento no ocurre de forma uniforme. El hemisferio norte se oscurece más rápido que el sur, rompiendo una simetría que por años equilibró el clima global. Antes se creía que las nubes compensaban las diferencias en la cantidad de tierra, hielo y océanos entre ambos hemisferios.
Investigadores de la Universidad de Miami señalaron que esta compensación tiene límites. Las nubes ya no logran equilibrar la cantidad de energía solar absorbida, lo que provoca un desbalance térmico que afecta la circulación atmosférica.
El retroceso del hielo y la nieve explica buena parte de la pérdida de brillo en La Tierra. Estas superficies actuaban como espejos naturales que reflejaban la radiación solar. Con su desaparición, los océanos y suelos absorben más energía y elevan la temperatura global.
A la vez, la reducción de aerosoles en el hemisferio norte contribuye a esta disminución. Las políticas que controlan las emisiones industriales redujeron las partículas que antes ayudaban a reflejar la luz solar, intensificando el calentamiento.
En el hemisferio sur ocurre lo contrario. Erupciones volcánicas y grandes incendios han aumentado la presencia de aerosoles, generando un ligero incremento en la reflectividad regional. Estos contrastes acentúan la desigualdad climática entre ambas mitades del planeta.
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