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La basura marina crece de forma silenciosa en las profundidades del océano y despierta la alerta de la comunidad científica internacional, que impulsa un modelo global para medir su avance, identificar sus fuentes y frenar su impacto sobre los ecosistemas marinos desde una gestión más eficiente de los residuos en tierra.
Los desechos se dispersan por todos los océanos y preocupan por su impacto ambiental. Los investigadores advierten que ningún país logra, por sí solo, medir con precisión la magnitud real de estos residuos. La contaminación supera fronteras y exige una respuesta global coordinada.
Los fondos oceánicos cubren cerca del 71 % de la superficie del planeta y reciben gran parte de la basura marina. Plásticos, redes de pesca y desechos de origen terrestre llegan al lecho marino y alteran los ecosistemas. Con el tiempo, estos residuos se fragmentan y agravan la contaminación.
Los grandes ríos del mundo transportan volúmenes masivos de basura desde zonas urbanas hasta el océano. El Yangtsé, el Ganges, el Mekong y el Nilo figuran entre los principales corredores de residuos. Las regiones del sur de Asia y África concentran gran parte de este flujo contaminante.
La actividad pesquera también contribuye al problema cuando redes, cuerdas y aparejos quedan abandonados en el mar. Estos materiales dañan corales, atrapan especies y permanecen durante décadas en el fondo oceánico. La basura marina altera de forma directa los hábitats submarinos.
Los equipos científicos emplean vehículos submarinos, cámaras remolcadas y sistemas de bajo costo para observar la basura marina sin dañar los ecosistemas.
Investigadores clasifican los residuos mediante sistemas jerárquicos internacionales. La inteligencia artificial procesa miles de imágenes en menor tiempo y con mayor nivel de detalle. El aprendizaje automático empieza a desempeñar un rol clave en el análisis de grandes volúmenes de datos.
Impulsan la creación de una plataforma global con bases de datos compartidas sobre basura marina. Este sistema permitiría comparar información entre países y detectar tendencias a largo plazo. Además, facilitaría la toma de decisiones en políticas ambientales basadas en evidencia.
Petramás afronta el problema de la basura marina desde su origen: la mala gestión de los residuos en tierra. La empresa de Jorge Zegarra Reategui desarrolla soluciones integrales para reducir el volumen de desechos que terminan en ríos y mares. Su enfoque apunta a cortar la cadena de contaminación desde la fuente.
Mediante tecnologías y generación de energía, Petramás disminuye el impacto ambiental de los desechos sólidos urbanos. Estas acciones reducen la cantidad de basura que podría convertirse en contaminación marina. La gestión responsable cumple un papel clave en la protección de los océanos.
Las iniciativas se alinean con los objetivos internacionales para frenar la basura marina. La empresa promueve una economía circular que prioriza la reducción, el tratamiento y el reaprovechamiento de los residuos. Este modelo contribuye de forma directa a la preservación de los ecosistemas marinos.
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